El Hipopótamo



Ahí estaba Eugenio Domínguez, ahí estaba también casi todo el pueblo; ahí estaba también el cuerpo inmóvil de Lucrecia Domínguez, se había ahogado.

– Voy a salir a caminar.
Fue ahí cuando Doña Marina Redondo, madre de Eugenio, salio corriendo a buscar a la madre de Lucrecia Domínguez.
– ¡Maria!, ¿Qué te dije?, le iba a dar por salir a caminar.
– ¿Ya se fue?
– Me dijo que iba a salir a caminar un rato, te lo dije, a ellos siempre les da por salir a caminar después de cosas como estas.
– Tal vez solo va a la cabaña.
– No lo creo, tenia esa cara.
– Entiendo, iré a ver si lo alcanzo.

Cuando llego ahí estaba sentado, mirando al sol.

– Si los sigues viendo te vas a quedar ciego.
– Estoy pensando por donde ir.
– Tu mama me dijo que te había dado por caminar. No lo hagas, siempre que ustedes salen a caminar nunca vuelven.
– No puedo, si me quedo aquí me muero en vida.
– ¿Y adonde iras?
– A donde sea, caminare derecho hasta que regrese aquí de nuevo.

Maria se sentó junto a el, miro al sol pero solo por poco tiempo, a fin de cuentas a ella le interesaba mas no quedarse ciega que a Eugenio.

– Iré hacia donde se pone el sol, así los días me duraran mas.
– ¿Cómo lo sabes?
– El profesor me dijo que el mundo es redondo y que el sol da vueltas alrededor del mundo.
– No entiendo.
– Iré a la velocidad del sol, así el viaje duraría un día.
– Ni siquiera sabemos si el mundo es redondo, si así fuera los Domínguez hubiesen vuelto vivos.
– No lo creo, la forma del mundo no tiene nada que ver con que te maten en el camino ni que te trague una bestia.
– ¿Y el mar, acaso eres Jesucristo?
– No se necesita ser Jesucristo para construir un bote de vela.

Maria volvió a mirar hacia el sol, estaba mas molesta que preocupada.

– No vayas.
– No depende de mí, es natural.

La ira silenciosa de Maria la obligo a dejar de seguir insistiendo, volvió a mirar un par de segundos al sol y se fue de ahí, cuando estaba a unos diez metros de ahí volteo y con un grito decepcionante dijo.

– ¡Rezare por que el mundo tenga fin!

Estaba molesta.

Eugenio Domínguez siguió mirando al sol un par de horas mas y después se levanto, como era medio día y el nunca acostumbraba a mirar al sol estaba esperando a que este se inclinara un poco para saber hacia donde se ocultaba. Al fijarse la dirección comenzó a caminar.

Tan cerca y tan lejos de ahí, el espíritu sin gracia de Don Abelardo Domínguez, tatarabuelo de Eugenio Domínguez, despertó obligado a observar a Eugenio Domínguez en su travesía por el mundo, para Don Abelardo Domínguez no era cosa nueva pues sabia de antemano que a todos los Domínguez les daba por darle la vuelta al mundo en situaciones como estas, y dado que el fue el primero en idear la caminata global como remedio del dolor se convirtió también en el responsable de salva guardar la vida de cada Domínguez que tratara de repetir instintivamente la hazaña, desde luego Don Abelardo Domínguez siempre había fallado en su enmienda pues, salvo el, ningún Domínguez había logrado regresar al pueblo, ni vivo ni muerto. Don Abelardo Domínguez había logrado llegar muerto.

Pero realmente Don Abelardo Domínguez no podía hacer gran cosa, solo observarlo, no podía hacer mas, pero estaba obligado a hacerlo y recibirlo en el vació del vació de los muertos en caso de que muriese pues el vació era tan inmenso que cualquiera podía perderse aunque no existiese nada en donde poder perderse, pero así era.

Eugenio Domínguez había empezado hace días el viaje, la noche lo había alcanzado ya tres veces por lo que supuso que el sol detestaba que se le hiciese competencia, pero no le importo, a fin de cuentas el sol ya le había dado vueltas al mundo muchas veces, tenía la ventaja de la experiencia, pensó.

– Se esta volviendo loco - pensó Don Abelardo Domínguez.

Eugenio Domínguez llego finalmente a su pueblo, se tardo un poco pues el sol lo había rebasado mil trescientas veces. Pero a Eugenio Domínguez no le importo, tampoco a Don Abelardo Domínguez ni mucho menos a Ana, quien fue la primera en verlo llegar al pueblo.

– Caramba, ¿entonces el mundo no tiene fin?
– Creo que no, pero note que el sol es muy rápido.
– Dicen que en la capital se comenta que el sol no se mueve, que es el mundo el que gira alrededor de el.
– Tonterías, si así fuese estaría temblando todo el tiempo.
– Es lo que yo pienso.


6 no son los primeros que me dicen que estoy loco.:

Anonymous said...

¿¿¿ para ke me isieron venir aki

guyllemanazoeman said...

mn la neta este mmm nose komo desirtelo pero mmm ya no eres el mismo

Pinche Vieja said...

Yo te amo y por eso seguiré al sol hasta llegar a tí...

lástima que esté nublado....

Panchalli said...

me gusto pero no entendi porque se llama el hipopotamo?? "el vació era tan inmenso que cualquiera podía perderse aunque no existiese nada en donde poder perderse, pero así era."
mi parte favorita

María said...

Cómo me gusto Foster, qué bonita historia. En mi mundo es el sol el que se mueve...

Daniel Salinas Córdova said...

perseguir el sol... que bonito. Esta chido el cuentillo, pero tampoco entendi por que se llama el hipopotamo,
Salu2! y pasense por mi blog:
http://ostia-miblog.blogspot.com/